Cuánto ha cambiado el mundo y quién sabe si para bien.
Mi niñez transcurrió en los años 60s con ciertas estrecheces económicas pero con mucho amor, de mis padres y mis hermanos. Soy parte de una generación que escuchaba radio, estudiaba en horario partido y almorzaba y cenaba en familia.
Aprendí a leer con La Tercera por mi afición al fútbol, escuché y leí al gran Pocho Rospigliosi y sentí el miedo que generaron dos grandes sismos, el del 66 y el 70, este último a poco de concluir el partido inaugural de México70.
Fueron años de la Primaria en el Colegio Nazareno, donde grandes profesores me enseñaron a amar al Perú, a respetar a los mayores y me inculcaron valores.
Mi generación aprendió que la familia es el núcleo más importante de la Sociedad. En aquellos años nos divertíamos sanamente con diversos juegos que hoy ya no existen como las canicas, el trompo, el bolero, patear una chapita que simulaba ser una pelota, intercambiar figuras de cuanto álbum aparecía, incluyendo el Navarrete del Mundial de 1970.
Nuestra generación no sufrió los embates de una agenda aberrante y por supuesto no teníamos que recibir explicaciones perversas de nadie.
Los medios de comunicación siempre representaron intereses, atacaron vilmente a sus rivales pero de hecho había más objetividad y cultura. Sin embargo, la mal llamada "revolución peruana" vino a envenenar la sociedad con odio, "gracias" a la influencia de sectores comunistas enquistados en el Estado. Por cierto gran parte de las taras que pervirtieron la Sociedad, hasta ahora, tuvieron su génesis en aquellos años.
El mundo requiere un gran cambio, no lo dudo. Un cambio que proteja el Orden Natural, la Familia y la Vida y promueva valores. Caso contrario, vamos rumbo a la destrucción.
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