Tras la Cuaresma, con el Domingo de Ramos empieza la Semana Santa, época en la que los católicos recordamos la Pasión y Muerte de Dios hecho Hombre, quien tras morir en la Cruz resucitó triunfante.
Quienes promovemos nuestra Fe reiteramos nuestra posición de defensa de los Valores, reiterando que con ello "conservamos" todo lo bueno que esta siendo trastocado por una sociedad ganada por agendas aberrantes y en la que una minoría es irrespetuosa con las costumbres de un pueblo creyente.
Sin embargo no todo esta perdido. En estos días hemos visto como ayacuchanos y cusqueños se han volcado multitudinariamente justo en esta Semana Santa. Esperemos que esto sea el inicio de una conversión sincera, en esta época en la que nuestro país se debate en una severa crisis moral, en la que odiadores, ladrones e incapaces han pervertido todo lo que han tocado.
Pero no solo estos seres perversos son culpables de lo que nos pasa sino que supuestos "luchadores contra la corrupción" hoy defienden a sindicados de ser corruptos. Un sinsentido que arrastra a culpables y supuestos justos.
¿A qué nivel hemos llegado? ¿Qué debemos esperar de una sistema judicial que no imparte justicia? ¿Hasta cuándo tendremos qué esperar para que los culpables paguen sus delitos? ¿O seguiremos viendo como el ladrón Toledo se sigue riendo del Perú?
El uso abusivo de las leyes y procedimientos lo único que trae consigo es impunidad. Solo falta que un día de estos se ordene la excarcelación del comunista Castillo o que la terrorista Cusi gane un habeas corpus.
Vivimos momentos dramáticos en los que si volviera Jesús a afrontar "la justicia humana" volvería a ser condenado por una muchedumbre que aplaudió al genocida Vizcarra o eligió al ladrón Castillo.
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