Ayer minutos después de las siete horas, llegó el extraditado ex presidente (2001-2006) Alejandro Toledo para enfrentar a la justicia tras ocho años de haber empezado a ser investigado por corrupción y seis de su fuga a Estados Unidos para evadir la justicia, intento que pudo haber previsto cuando volvió a pretender ser Presidente en el 2011 y 2016
No es mi intención hacer "leña del árbol caído" sino hacer recordar quién es Toledo. Ello lo sabíamos todos, los que votaron por él y quienes no lo hicimos. Se sabía lo inmoral que era ("su secuestro en el hotel Melody"), de sus dependencias al alcohol y a otras sustancias que lo hacían incapaz de dirigir el Perú. Todos sabíamos que sí era capaz de negar a su hija y de apropiarse de un dinero supuestamente destinado a la lucha política ("el millón de Soros" y las andanzas con su sobrino Coqui).
La vida de Toledo fue un fiasco, "construída" en base a mentiras como "la muerte de su madre" o su "carrera académica". Todo ello se sabía pero aún así "el pueblo lo eligió". Los que votaron por él son corresponsables de sus raterías y otras pellejerías (La Hora Cabana, sus borracheras en Palacio de Gobierno y Punta Sal, sus devaneos con Filete y Lady, sus traiciones y sus cuentas impagas en no pocos restaurantes).
Por cierto Toledo no robó solo. Su esposa y compinche es una de sus cómplices y hay muchos que hoy tiemblan ante la posibilidad de que el ladrón "cante".
Toledo dijo que iba a construir "el tercer piso del fujimorismo" pero el Perú fue gobernado "en piloto automático". Se hizo varias cosas buenas gracias a algunos buenos ministros pero todo queda empequeñecido por el más grande robo de la Historia del Perú (Lava Jato) y por la injerencia maligna del caviaraje que desmontó todo lo avanzado en la lucha contra el terrorismo (indultos, nuevos juicios y menores penas a feroces terroristas, las mentiras de la CVR y su indigno informe).
Hoy sus cómplices y su socios dicen "haber sido sorprendidos y engañados" y otros hasta tienen el cuajo de "condenarlo". Qué decir de los silencios de los Vargas Llosa, del periodista Gorriti y del estrambótico Popi Olivera ("inform⁰ññe Kroll y las cartas falsas al Vaticano). Los lamentos de David Waisman suenan a broma y la mudez o "indignación" de Juan Sheput, Carlos Bruce, Doris Sánchez y del físico nuclear Modesto Montoya son ejemplos de que no hay "sangre en la cara" de sus "amigos".
Toledo Manrique emergió como una "nueva cara" y la carta para "luchar contra la corrupción". Se inició como "analista económico" en los programas dominicales de los 80s y no tuvo empacho en acercarse al poder de turno como fuera. Su "carrera" de mentiras y robos se inició con sus sospechosas relaciones con el estafador Carlos Manrique (CLAE); pese a ello fue presentado en un programa dominical como un "outsider" a bordo de una chalana en Chimbote en su primer intento por asaltar la presidencia en 1995. ¿Recuerdas Nicolás"?
No olvidemos tampoco que Toledo fue objeto de una farsa de golpe (el "andahuaylazo" del asesino Humala) y de una casi vacancia por incapacidad moral de la cual fue salvada por sus socios políticos; Antero Flores Araoz (Primer Ministro) y Luis Iberico (Presidente del Congreso) so pretexto de "la gobernabilidad". Ellos sostuvieron a Toledo.
A Toledo no se le señala por su "aspecto andino" (se hacía llamar "el cholo de Cabana") como pretenden algunos en la eterna y falsa victimización (tal como repite otro ladrón como Castillo). A Toledo se le señala por ladrón, por corrupto al igual que otros que tienen que que pagarla junto a su cómplices. El no es "ni sano ni sagrado" como se hacía llamar.
Las mentiras ya deben parar. Ni una pretendida enfermedad ni falsas promesas ("yo nunca me voy a fugar". El Perú exije carcelería preventiva y un juicio célere (basta de leguleyadas y de mentiras).
No es venganza; es justicia. Toledo debe ser condenado ejemplarmente por corrupto.
Hoy Toledo ingiere "el trago más amargo de su vida" como tituló ingeniosamente el diario Peru21.
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