Quienes somos creyentes hoy recordamos la muerte de Dios hecho Hombre quien aceptó pasar sufrimientos para expiar los pecados de la humanidad y tras ello resucitó, venciendo a la muerte.
Para algunos no creyentes estos días de recogimiento no son tal. Cuánto ha cambiado el mundo. El silencio y ayuno se respetaban e incluso las radios y canales de televisión suspendían sus transmisiones habituales.
Hoy la Semana Santa en vez de ser un tiempo de reflexión es una época de divertimento. ¿Habrá ello contribuido al relajo de la moral en el mundo? Incluso los propios mensajes pastorales han sido contaminados por prédicas de odio o por sacerdotes que más parecen infiltrados por el comunismo. Ejemplos los tenemos a la mano. El Arzobispo Castillo, el Cardenal Barreto y el Presidente de la Comisión Episcopal Cabrejos en vez de combatir el comunismo y su prédica de odio se pusieron del lado del ladrón comunista Castillo. Inconcebible.
Los peruanos hoy sufren los embates de la naturaleza sobre todo en el norte, miles de hogares sufren la pobreza y nuestro futuro como Nación Libre se ve amenazado por la corrupción, la incapacidad de nuestra clase dirigente y por un proyecto de muerte y destrucción. Por tanto, pidamos que el sacrificio de Jesús en el Gólgota no sea en vano y nos caiga su bendición.
Oremos por los que más necesitan y por nuestro Perú. Que nuestras plegarias no sean solo cuando estamos al filo del despeñadero como estuvimos hace tres años.
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