Oganes en la presentación cuenta el enorme esfuerzo que tuvo que hacer en diferentes aspectos, por supuesto en lo económico, el mínimo apoyo con el que contó y también el intento de mediatizarlo vía apoyos a cambio de modificar el guión. Oganes, por supuesto, no claudicó y hoy somos más de quinientos mil peruanos que hemos visto esta gran película que nos llena de orgullo y nos hace recordar el heroísmo de muchos pero también la cobardía de algunos, la incapacidad de la clase política y la desunión con la que el Perú afrontó esta guerra.
No hay guerra sin actos impíos y dramáticos. Sólo grandes como Grau pueden tener compasión ante el caído como el 21 de mayo de 1879 cuando muere el chileno Pratts al mando de la Esmeralda y Grau ordena rescatar a los sobrevivientes.
Qué diferencia con el repase de heridos, execrable crímen que ordenan los jefes chilenos en diferentes batallas. Ni qué decir de las expediciones que saquearon Mollendo y la costa peruana de Supe a Paita.
Tampoco debemos olvidar el saqueo, violaciones, asesinatos e incendios en Chorrillos y Miraflores en enero de 1881; la maldita expedición que saqueó el Centro del Perú en abril de 1881 y la ominosa ocupación de Lima hasta incluso poco después del Tratado de Ancón el 20 de octubre de 1883 así como el cautiverio de Tacna hasta 1929.
Muchos lo dicen con gran acierto. Chile no nos ganó la guerra; los peruanos nos derrotamos a nosotros mismos.
Una clase dirigente que no preparó al Perú ante la eventualidad de una guerra; el Presidente Prado que abandona el país en plena guerra; el nulo apoyo de Montero a las tropas que defendían Arica; el odio cainita de Piérola; la existencia de dos poderes representados por Montero e Iglesias, opuesto a un valeroso Cáceres y algunos que prefirieron el cobarde exilio y el vil apoyo al enemigo antes que luchar por su Patria. Finalmente el enfrentamiento entre Cáceres y Piérola que tras la guerra con Chile se enfrentaron con la victoria del Brujo de los Andes en 1885.
Pese a todo ello hubo miles de peruanos que lucharon hasta ofrendar su vida en defensa de la Patria. No decirlo haría pensar que todo fue malo. Lamentablemente ello no pesó más en la balanza y determinó el curso de la guerra que concluyó con nuestra derrota
Pese a todo ello hubo miles de peruanos que lucharon hasta ofrendar su vida en defensa de la Patria. No decirlo haría pensar que todo fue malo. Lamentablemente ello no pesó más en la balanza y determinó el curso de la guerra que concluyó con nuestra derrota
Lo que pasó hace 140 años y más nos debe hacer reflexionar como Nación en estas horas trágicas que vivimos. La historia nos enseña y el pueblo que olvida la suya está condenado a volver a repetir sus horas trágicas que le tocó vivir.
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