El país centroamericano de El Salvador y su Presidente Bukele de pronto se han convertido en referentes para muchos en relación a lo que debería ser el modelo de cambio que requiere el Perú.
Sin embargo esto que vivimos no es nuevo, es lo que vivimos hace 33 años tras el desastre que ocasionaron 27 años de incapacidad para resolver los grandes problemas del Perú, desde una necesaria Reforma Agraria, las sucesivas crisis económicas que explotaron en 1967, 1975, 1983 y en 1987 y qué hacer para pacificar el Perú tras las fallidas guerrillas de 1965 y la década de accionar terrorista de sendero luminoso y el mrta.
En 1990 el Perú estaba al filo del precipicio como lo está de nuevo y lo estuvo El Salvador.
Las recetas son claras e incontrastables: el ejercicio pleno de la autoridad y mucho trabajo. El Perú no necesita mirar espejos ajenos sino volver los ojos al pasado y revisar qué y cómo lo hizo el Presidente Alberto Fujimori para cambiar el Perú. El y un grupo de funcionarios cambiaron el chip del Estado y transformaron el Perú.
Pero así cómo vemos qué hacer, también tenemos claro qué no hacer. No podemos taparnos los ojos.
Hoy necesitamos más que "un Bukele"; hoy necesitamos "otro Alberto Fujimori". Pero como cada momento tiene sus peculiaridades, es menester tener en cuenta ello. Las soluciones de ayer no pueden ser calcadas, pues corremos el riesgo de fracasar.
Hoy igual que en 1990, el gran enemigo del Perú es el comunismo disfrazado junto con sus cómplices caviares y una sarta de rateros que han saqueado las arcas fiscales desde el 2000, so pretexto de "reconstruir la Democracia".
Mucho ojo, no estamos hablando de un partido en particular (Fuerza Popular) sino de un modelo exitoso que en las horas más difíciles supo "poner el pecho y sacar las castañas del fuego".
Miremos a Bukele hoy pero sobre todo al Fujimori de los años 90s.
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