La muerte de la gran intérprete y showoman Tina Turner es motivo de reflexión sobre lo que vive gente encumbrada a niveles de ser idolotrada por millones de personas.
Sin embargo no muchos saben las penurias personales que pasan gente como ellos. La propia Tina Turner tuvo un matrimonio que fue un infierno pero del que pudo salir y morir mucho tiempo después a la edad de 83 años. Hoy la recordamos con What's Love Got to Do with It.
Otros no fueron tan afortunados y murieron tempránamente ("el fatal club de los 27") como Janis Joplin, Jimi Hendrix, Kurt Cobain y Amy Winehous (murió a los 28), todos atrapados en las garras de las drogas.
Al morir se convirtieron en íconos de muchos jóvenes que seguramente siguieron sus pasos a la muerte pero sin las fortunas que amasaron esos cantantes.
Desgraciadamente ése es el mundo que "se vende" a la niñez y juventud en plena formación. Hoy no solo se vende hedonismo sino se promueve la dependencia de drogas bajo el disfraz de "consumo recreativo".
El drogadicto no solo se hunde en la esclavitud de un vicio que lo lleva a su destrucción sino que arrastra a sus más cercanos. Quien ha sufrido ello podrá dar fe.
Es por ello que la sociedad y el Estado deben combatir no solo el tráfico ilícito de drogas sino toda forma de promoción. No caigamos en el juego de quienes plantean "liberalizar" su consumo pues "es imposible combatir el narcotráfico" o sigamos teorías de ciertos liberales que sostienen que "no hay que atentar contra la libertad de decidir".
Cuántos esfuerzos y recursos se destinan para recuperar a un drogadicto, incluso sin resultados; por ello la tarea es evitar que nadie más caiga en la drogadicción. Tarea harto difícil en un mundo donde "la cultura" la fomenta y no de ahora; sino recordemos como en el pasado había géneros derivados del consumo de LSD (rock psicodélico) o cantantes como Paul McCartney hacían panegíricos asolapados como "Lucy in the Sky with Diamonds" o abiértamente como Eick Clapton ("Cocaine").
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