Los que tenemos algunos años hemos vivido los trágicos años en los que el terrorismo asoló a nuestro país.
En aquellos años el terrorismo tuvo como aliados no solo a los asolapados sino a los tontos útiles. Recordemos cómo permitimos que El Diario, vocero de sendero luminoso, publicara la mal llamada "entrevista del siglo" al asesino Guzmán o el semanario CAMBIO fuera vocero abierto de las acciones terroristas del MRTA. El pretexto era el respeto a la libertad de expresión
A esa sociedad ingenua se sumaron diversos comunistas infiltrados en el Congreso, institución democrática, que se encargaron de frenar la represión estatal. Se hablaba de "desapareciones, ejecuciones extrajudicialmente, estrategias genocidas" entre tantas barbaridades.
A los años 80s antecedieron una virulenta saga de años llenos de "protestas ciudadanas" (entre 1975-1980 posteriores a la caída del dictador Velasco). Cómo no recordar las batallas campales en el Centro Histórico, por citar un escenario. Ello trajo consigo la decadencia de este espacio y la ida de todas las empresas importantes que estaban en La Colmena y Jirón de la Unión.
La acción del Estado en la protección de la Sociedad fue empequeñecida y atacada por los enemigos del Perú tal como hoy viene ocurriendo.
Se quiere pretender hablar de protestas ciudadanas "pacíficas" cuando todas terminaron en violencia, caos y destrucción. Todo ello mostrado en vivo y en directo por los medios de comunicación y redes sociales, no solo con la idea de informar sino en muchos casos para incentivarlas.
"Los que han causado disturbios son unos cuantos infiltrados" dicen algunos candelejones como si no hubiéramos visto cómo se han movilizando destruyendo a su paso propiedad pública y privada.
La Policía Nacional del Perú ha cumplido con el Perú de acuerdo con el mandato constitucional. Querer responsabilizarla por desaparecidos que no lo están, por dos muertos que participaban en hechos violentos y por detenciones "abusivas" es realmente inexplicable para cualquier persona con dos dedos de frente que no comulgue con propuestas violentistas.
Está claro que hay una campaña orquestada incluso para disolver la Policía, sino leamos lo que dice una "comunicadora" que se autodenomina ser parte de "la reserva moral" y es cómplice de la corrupta Villarán.
Es imperativo que el congresista Sagasti, próximo a jurar como Presidente Accesitario, tome distancia de quienes pretenden destruir el Perú y sus Instituciones. La sangre derramada por cientos de policías en la lucha contra el terrorismo y otras lacras sociales no puede ser ensuciada ni menos olvidada. De ninguna manera esos heroicos policías pueden ser igualados por aquellos que algunos pretenden elevar a la calidad de "héroes nacionales" o sea a los dos caídos en su pretensión de querer destruir el Palacio Legislativo, lo cual era su intención y para lo cual querían sobrepasar el cerco policial aquel día sábado 14 del presente.
Finalmente, no debemos dejar de frenar la ola terrorista que ya ha actuado en Ecuador, Bolivia y Chile. Las investigaciones deben conducir a señalar quiénes son los verdaderos cabecillas de estos movimientos abiertamente subversivos, cómo se articulan, quién los financian (por ejemplo para comprar la cantidad de pirotécnicos y explosivos usados en estos días), cuál es su red logística (que incluye la provisión de armas de fábrica y hechizas, municiones y otros) y también cómo se enlazan sus redes de comunicación legales y clandestinas (prensa, propaganda y redes sociales), entre otros
No olvidemos la historia. Los movimientos terroristas se "entrenaron" en los convulsos años de finales de 70s y reclutaron sus "combatientes" de movimientos partidos comunistas y grupos radicalizados. Hoy no tendría por qué ser diferente.
Después no nos lamentamos cuando empiecen a soñar las explosiones subversivas, se den cuenta de la primera víctimas por el accionar terrorista y la destrucción de nuestro país alcance similitud o mayor gravedad que en los 80s y parte de los 90s.
#TerrorismoNuncaMas
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