miércoles, 4 de noviembre de 2020

LOS SINDICATOS 2



El otro día leía a alguien que añoraba alborozado los años en los que el sindicalismo era "fuerte". Se refería por cierto a los años 80s cuando solo se hablaba de derechos de los trabajadores pero nunca se hablaba de eficiencia, productividad y deberes.

Eran los años de la influencia comunista en los sindicatos, federaciones, confederaciones y confluencias. Por cierto no había democracia a la hora de elegir a los dirigentes y muchos "comités ejecutivos" fueron influenciados por los movimientos terroristas. A los infiltrados les llamaban "dirigentes clasistas". A los muy mediáticos los amenazaban o en algunos casos los asesinaron tildándoles de "enemigos del proletariado" como fue el caso de el dirigente de Construcción Civil Pedro Huillca Tecse. No olvidemos tampoco los "sindicatos" tomados por el terrorismo como los de la Carretera Central nucleados en torno de un fantasmal Movimiento de Obreros Clasistas.

La confederación más fuerte era la CGTP influenciada por los rublos moscovitas. Sus dirigentes como Gamarra, Castillo, Checa, Gorriti y otros eran a su vez dirigentes del Partido Comunista Peruano (Unidad).

Atrás había quedado la influencia de la CNT (democristiano) y CTP (aprista) y menos la velasquista CGTRP.

El paralelismo era pan de cada día, por citar la Federación Minera. 

Las bases más fuertes de la CGTP fueron la bancaria (FEB) y Construcción. civil.

Los comunistas pekineses (Patria Roja) lograron dominar el sindicato de Maestros (SUTEP) y diversas facciones de la llamada Nueva Izquierda, los sindicatos de trabajadores estatales nucleados en la CITE y en varias de las organizaciones paralelas, las que disputaban al PCP (U). 

La herencia de esos años aún se ven en los sinsentidos como "la herencia del puesto de trabajo" en SEDAPAL, la bonificación por escolaridad a quienes no tienen hijos en edad escolar, un desbarajuste en la escala remunerativa en el Estado y tantas taras.

En aquellos años de hiperinflación los cierres de Pliego de Reclamos concluían con una serie de beneficios para los "dirigentes" en los que no faltaban los puestos de trabajo en el Estado  para sus allegados y por supuesto para la amante de turno.

En aquellos años recuerdo como "un derecho laboral" era que el BCR tuviera que fletar buses para trasladar a sus trabajadores. En la lógica de los comunistas no imperaba hacer el bien ni beneficiar a las empresas ni instituciones sino destruirlas con una serie de "beneficios" que no tenían contraparte con el cumplimiento mínimo de deberes y menos con la productividad.


Otra de las herencias de la influencia sindical del comunismo fue el pésimo nivel de la educación en el Perú. No sólo una pésima calidad profesional de  muchos maestros sino el envenenamiento de la juventud con ideología de odio y muerte.


Otra de las cadenas de sinsentidos fue el sindicato pesquero que se enquistó en la estatizada PESCAPERU y ni qué decir del sindicato de trabajadores portuarios (ENAPU) dominado por el APRA donde no había trabajadores sino "puntos y contrapuntos" (alquiler de los puestos de trabajo).

El comunismo infiltrado en los sindicatos fue por cierto corresponsable del desastre ochentero y los trabajadores, victimarios y víctimas de lo que ocurrió luego en los 90s cuando se tuvo que sincerar la situación.

Por cierto, respecto a la perniciosa herencia en el Estado es hora que se debe enfrentar con decisión, reordenándolo, eliminando sectores cuyas funciones se pueden fusionar por cierto, estableciendo un solo régimen salarial, revisar el tema pensionario y de seguridad social y eliminar regímenes perniciosos como el CAS y los llamados cargos de confianza que no son sino prebendas para un grupo de sanguijuelas que viven del Estado en estos últimos 20 años (los asesores y consultores).


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