Ayer el mundo futbolístico fue sorprendido por la noticia de la muerte de un grande, Diego Armando Maradona.
Muchos no lo vieron en su esplendor sobre todo los jóvenes. Fui testigo de su juego en dos de las varias ocasiones que vino al Perú. Una con la camiseta de Boca Juniors contra la U (1981) y otra con la selección Argentina (1985) en las clasificatorias para México 86. En el primer partido fui solo a tribuna Norte y en la segunda a Sur con mi hermano Kike Riera. Ambas veces en el antiguo Estadio Nacional.
En ambas ocasiones salió perdedor por 1-0 y no pudo rendir a la altura de sus pergaminos; por las marcas de Samuel Chemuco Eugenio y de Luis Cachete Reyna respectivamente.
Maradona vino por primera vez como jugador del Argentinos Juniors y enfrentó a la Selección en un amistoso. También nos enfrentó como entrenador de la selección Argentina y logró la clasificación al mundial de Sudáfrica 2010 jugando contra Perú (2-1 con gol de Palermo) así como cuando Maradona era jugador y nos empató 2-2 con el gol clave de Gareca. Recordemos que ambos goles claves fueron dudosos; no tanto como el gol con la mano que hizo a Inglaterra y que los argentinos encumbraron como si fuera hecho "con la mano de Dios". Un despropósito, por cierto.
Mucho se habla de su carrera que empezó con Los Cebollitas, luego en Argentinos Juniors, luego como campeón mundial juvenil en 1979, con Boca, luego con el Barcelona y también con el Napoli donde brilló y fue ídolo.
No estuvo en Argentina78, fracasó en España82, campeón Mundial 1986, subcampeón en Italia 90 y en USA 94 dio positivo a una prueba de doping, circunstancia que enfrentó con frases altisonantes como "me han cortado las piernas" y "la pelota no se mancha". Luego de ello ya fue una sombra de aquel jugador que había maravillado. Sea como jugador como entrenador.
Uno de los recuerdos más importantes es aquel partido con el que Argentina se vengó de Inglaterra quedará grabado en la mente de millones. El gol que fue con la mano quedó atrás y recordamos aquel gol fantástico que narró hasta las lágrimas Víctor Hugo Morales. El gol del "Barrilete Cósmico". El gol Maradoniano que se venía venir con "el ta ta ta ta" de la narración de Morales.
A Maradona debemos reconocer su resiliencia, su garra, su enorme calidad como futbolista, su generosidad con los suyos, incluyendo a sus amigos de infancia en una Villa Miseria de Buenos Aires (Fiorito).
Sin embargo mucha gente vivió de él, le incentivó a vivir una vida exagerada y cayó en las garras de la dependencia a las drogas. Dicen que la noche de Barcelona fue su perdición.
Muchos, incluyendo los argentinos, lo idolatraron y apañaron hasta al extremo de ser parte de "una iglesia maradoniana". Cuando empezó a tocar fondo, la misma prensa que lo idolatró lo mostraba en facetas lamentables.
Maradona fue un grande del fútbol; quizás uno de los más grandes pero el campeonato de la vida lo perdió una y otra vez. Promotor del castrismo, del chavismo y de los corruptos Kirshner no tuvo en ellos el soporte que necesitó cuando empezó a desbarrancar. Lo usaron mientras Diego creía que era líder político continental.
Con su muerte reflexionemos lo dañino que son las drogas y cómo destruyen vidas, ahora más que nunca que agendas aberrantes buscan su legalización.
Quizás un dependiente se cure temporalmente pero siempre estará en peligro de recaer. Por ello evitemos que exista un nuevo enfermo. Para ello hay que educar, formar y por cierto combatir a tanto maldito que destruye vidas como la de Diego.
Tras su muerte, los que creemos en la Vida Eterna -que somos mayoría- roguemos por su descanso y por cierto por Salvación.
Transcurrida toda la farra mediática que querrá seguir ganando a costa de su memoria, veámoslo como ejemplo en las canchas pero también como lo que no debe ser en la vida diaria.
Descansa en paz Diego Armando Maradona¡ A muerto el Hombre, ha nacido la Leyenda.
Excelente futbolista, pero una desgracia como persona. No se puede ser ciego e idolatrar a una basura como ser humano. Deja una mala lección a la niñez y juventud, ya que al igual que Pablo Escobar, son ídolos con pies de barro
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