Ayer escribíamos sobre el peligro que corre nuestra Patria ante afanes secesionistas cuya cabecera de playa se sitúa a orillas del Lago Titicaca. Sin embargo esto resulta solo la punta del iceberg del ataque que sufre el Perú no de ahora sino desde hace más de veinte años.
El comunismo tras la derrota militar de su versión subversiva armada enfiló sus baterías al plano cultural e idelógico con diferentes caretas. De pronto enarbolaron banderas de la llamada "ideología de género", de los antimineros ("agua sí, mina no") y otras. Los que ayer fungieron de "tontos útiles" y cómplices del terrorismo en los años 80s y parte de los 90s empezaron una nueva forma de ataque. Tal como dijo en su momento el cabecilla Guzmán, la derrota militar era tan solo "un recodo" de un camino que ahora conduce a un nuevo intento subversivo.
La violencia que hoy sufre el Perú se expresa en bloqueos de carreteras, saqueos, destrucción de la propiedad pública y privada y enfrentamientos con las fuerzas del orden. Esto no es de ahora. La infiltración en el Estado viene desde el la transición del gobierno de Paniagua ante la pasividad de la Sociedad y de sus Instituciones.
Sin embrago lo que hoy vivimos cuenta con el apoyo de un frente externo ("Grupo de Puebla"), del sempiterno apoyo de la inteligencia cubana y de intereses extranjeros que promueven un escenario secesionista en el sur peruano. Para enfrentar a esos enemigos externos aliados con el comunismo local y diversas versiones delincuenciales como la minería ilegal, el narcotráfico, el contrabando y otros; no queda sino estar conscientes que estamos en guerra y ante ello no queda sino mano firme y dura. Si es necesario una marco jurídico como en los años 90s, se tiene que dar.
Nadie puede ponerse de lado. Si bien las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional cumplen un rol constitucional de mantener la soberania e integridad así como el orden interno; la Sociedad deberá ponerse de pie y contribuir desde sus espacios a la derrota de la subversión comunista en los ámbitos político, económico, psicosocial y legal. No es posible que en las aulas escolares y universitarias, en el Congreso, en los gobiernos regionales y municipales, en medios de comunicación y en diversas instancias existan quienes buscan subvertir el Orden Constitucional. La Democracia no puede ser boba ni menos cruzarse de brazos ante el ataque que busca socavar los cimientos de la República.
Es hora de enfrentar los riesgos existentes. El Perú luego de la caída del narcoterrorista Evo Morales ha sido el segundo caso en el que se pudo revertir un gobierno castrochavista aunque en el caso boliviano lograron csmbiar el destino de su derrota. En el Perú no podemos repetir los errores que se dieron en Bolivia. Urge una intensa ofensiva diplomática y comunicacional en el frente externo y en el interno, estar conscientes que con la subversión no se dialoga; se le combate sin pausa; recordando que para los subversivos las justas aspiraciones pendientes de reivindicación son solo pretextos para realizar un proceso subversivo.
Finalmente cabe señalar que urge una política de fronteras para evitar que sigan siendo permeables a la infiltración delictiva como en el Putumayo, pase de inmigración ilegal y contrabando así como la pérdida de peruanidad.
Repetimos: estamos en guerra. Actuemos hoy con mano firme y dura contra los enemigos del Perú.
* En la foto podemos apreciar cómo "protestan" un grupo de "angelitos" ¿Dialogamos con ellos?
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